Miralda llegó a Nueva York en la década de los setenta. Todavía no utilizaba la comida como materia de trabajo, había empezado a hacer acciones artísticas colectivas, pero todavía no ocupaban el espacio público, haciendo una exploración antropológica de las comunidades humanas. Todo esto se fue conformando en los Estados Unidos a partir de aquel momento, sobre todo en Nueva York y en Miami, pero también en algunas otras ciudades, como Houston, Kansas City o Seattle. En las décadas de los setenta y ochenta, Miralda realizó acciones multitudinarias, de carácter efímero, cargadas de espíritu crítico y poético, y también de humor.
Una exposición diferente
Es sobre esta época que pone el foco la exposición Miralda Madeinusa, comisariada por Vicent Todolí, que ocupa toda la segunda planta del Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) y el recinto de la Capilla, del mismo museo. Reúne quince proyectos hechos entre los años 1972 y 1999, la mayoría efímeros. La exposición los reinterpreta, los reconstruye, recoge la documentación, mucha de ella inédita, que el artista conserva en el archivo. Este trabajo, ingente, ha permitido recuperar sobre todo documentos audiovisuales, sobre los cuales recae el peso más singular de la exposición.
Miralda Madeinusa es un viaje apasionante y alucinante por los grandes retos artísticos, colectivos y populares que Miralda realizó en aquellos años, con la comida como espacio común, simbólico y ritualizado de las comunidades culturales diversas que convivían sobre todo en Nueva York y en Miami. A la vez, la exposición muestra con brillantez también la manera de entender el arte y la vida de Miralda, la relación con la humanidad, la curiosidad por las cosas pequeñas y cotidianas, cargadas de espiritualidad y de estética… Este carácter de Miralda, que utiliza colores vivos, elementos del kitsch, a menudo saturando el espacio de objetos, de imágenes, hace que el visitante de la exposición quede cansado. El sentido de la vista se satura.